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Mostrando las entradas de agosto, 2013

Mi otra piel

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   Me expreso mejor si lo hago despacio y escojo las palabras con cuidado, diccionario en mano, para no sonar inadecuada o impertinente.  Se me dan mejor las cosas cuando soy la mujer firme, siempre controlada, que al discurrir los días medita cada acción y vislumbra en el horizonte los sucesos por venir, si hago esto u omito aquello.  Soy mejor así. Por ti, hoy quiero ser otra: impredecible, cacofónica, bulliciosa y díscola. Porque soy adicta a tu modo de hacer que las cosas sucedan. Me gusta el juego de luces y sombras que armas ante mis ojos cuando la soledad y la desesperación me abrazan.  Las estratagemas con que ocupas mi tiempo sin estar presente, y esa forma tuya de aguzar mis sentidos para recordarme, una y otra vez, que estoy viva. No sé si está bien exponer mi alma de esta forma.  No sé si debo simplemente dejar salir las palabras, pájaros al viento o amordazar mis labios cual grilletes que las aprisionen.  Expresar sin tapujos significa quedarme

Estrategia para matar un sueño

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Esta historia se inspira en una imagen transmitida por la señorita Amelia Evans, personaje principal de la novela La balada del café triste  de Carson McCullers.  Esa mujer gris, difusa, encerrada en su propio dolor, se asoma cada tarde a la ventana del segundo nivel de una casa ruinosa que tal vez algún día caiga sobre sus huesos. La fuerza de esta visión y su huella me llevan a idear una Estrategia para matar un sueño. Cuando ya no estés construiré barquitos con alas que surquen los mares de mi memoria y capturen, con sus grandes tentáculos, los recuerdos que fraguamos juntos De tarde en tarde, cuando el día asciende a la noche M y C coinciden en un motel de las afueras. Él llega apresurado, oloroso a tierra, con el tiempo justo para lavarse un poco y esperarla. Se instala de prisa mientras calcula lo que tardará ella en recorrer la distancia que los separa. Con extremo cuidado organiza los elementos del ritual nocturno: per

Sobre vivir en Colombia

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Soy una persona diurna. Despierto muy temprano en la madrugada, porque tras largos años de estudio mi cuerpo se acostumbró a esta rutina, o porque como hoy abrí los ojos acosada por una de las imágenes que conforman mi galería de recuerdos inviolables.  Quizás el título de la entrada sugiera pensar en experiencias gratificantes que nos reconcilian con nuestra visión del mundo, nada más lejano. Lleva este nombre porque cada una de estas memorias es un emblema de las ideas que reivindico a través de este blog. La imagen en cuestión es el recuerdo de una mujer a quien hace ya varios años condenaron a morir decapitada. Sería fácil encontrar rastros de esta noticia en los archivos de prensa; pero no me interesa.  No quiero alimentar este monstruo. La evocación es vaga, aunque real. Lo que me sacó de la cama fue la visión desolada de la mujer que aparece sentada a la orilla de una carretera rural; mientras un técnico antiexplosivos lucha por desactivar un collar bomba que lleva en el cu