Entradas

Mostrando las entradas de abril, 2013

Historia de vida: Golpe contra golpe

Imagen
Tibasosa, Colombia. Por agotamiento, tomé la decisión de poner fin a la vida de mi exmarido el día en que el miedo dejó de ser un asco; cuando la distancia en kilómetros y cuatro denuncias en la Casa de Justicia de la comuna no lograron detenerlo. Su recuerdo se convirtió en un triste reflejo de mi propia cobardía al tolerar, durante cinco años de vida compartida, una situación que para mí solo tenía una salida: la muerte. Él era un maestro convencido del poder aleccionador del castigo físico, mientras yo era una alumna desobediente, educada en disciplinas ajenas a sus intereses. Cada tarde, al regresar del trabajo y sin mediar palabra, me arrancaba de debajo de la cama donde me escondía con mis dos hijos. Así se anticipaba el sueño, mi respiración se volvía dificultosa y, mientras era moldeada por sus golpes, me aferraba al deseo de ver sus manos convertidas en cenizas, como mariposas que se desvanecen al rozar mis mejillas, polvo que regresa al polvo. La solución llegó de

La gran vagina II: El trabajo

Imagen
Pueblito Boyacense, Colombia. Me gusta ser cocinera, aunque no era mi deseo de niña, se ha convertido en mi ocupación principal. Durante años trabajé en un casino por un salario inferior al mínimo, asimilaba la situación recordándome la obligación de alimentar cuatro bocas.  La dueña del negocio no perdía oportunidad para humillarme: “si a usted no le gusta lo que yo le pago… hay mucha gente que puede trabajar aquí”. Un buen día me llené de valor, renuncié sin dar razones. Lo más importante fue deshacerme del sentimiento de pesar y sin salida que me embargaba. Dejé a un lado mis miedos y quise salir de la enorme cárcel que me envolvía. Me ubiqué en un restaurante del barrio, trabajaba en una cocina estrecha con un muro innecesario que concentraba el calor y me hacía sangrar la nariz. La patrona tenía el mismo discurso que la anterior: “usted sí que se queja, aquí ha trabajado gente cinco o más años y no se ha quejado”.  El turno terminaba a las dos de la mañana, aunque vivía rel

Historia de vida: Ora por mí

Imagen
Monumento Puente de Boyacá, Tunja, Colombia. Todos los días acompaño a mamá hasta la iglesia cristiana ubicada a tres cuadras de nuestra casa. Ora por mí con un fervor que le desconocía. Se inclina pesadamente, extiende lo brazos hacia el cielo y pide a Dios lo imposible. Mamá odia sentirse frágil; pero su dolor tiene raíces muy antiguas y fuertes que amenazan destruirla. Revoloteo entre las bancas mientras sus gestos dolientes me interrogan, no se acostumbra a mi respuesta. La evado, busco a Juan y mis recuerdos felices: los primeros besos, las razones traídas como al descuido, los encuentros casuales y la enorme felicidad de saberme única.   Juan no tenía chance de entrar en mi casa, era una “liebre” de mi hermanastro mayor, se odiaban. Por extensión debía compartir este sentimiento. Pero Juan era lindo y nuestra vida un vértigo. Me gustaba sentir la tibieza de su cuerpo contra el mío, la firmeza en su voz al pronunciar mi nombre. Verlo dar órdenes a la pa